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Tanto amor y to pa na

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Tanto amor y to pa na

Pequeñas infamias

Me ha interesado mucho leer una entrevista que le han hecho al filósofo italiano Franco Berardi con motivo de su reciente viaje a España. Berardi es profesor de Historia Social en Bolonia y lleva años estudiando el efecto de las nuevas tecnologías sobre el comportamiento humano. Según él, estas están generando en nosotros una mutación, puesto que aceleran de tal modo el tiempo que entorpecen e incluso anulan toda capacidad de análisis y de discernimiento. Si a esto unimos el desprestigio de la razón y el prestigio de los sentimientos (sí, ya saben, ese mantra según el cual hay que ir siempre «donde el corazón te lleve», blablablá, «seguir tus impulsos», etcétera), ya tenemos el perfecto retrato del hombre y la mujer actuales. Berardi nos recuerda que la modernidad nació con la imprenta, que hizo posible la difusión de la cultura en miles de copias. Esto modificó nuestra forma de pensar, de construir una idea, de ver el mundo. Un gran paso para la humanidad, toda una revolución, y, sin embargo, ahora vivimos una segunda mutación telecomunicativa aún más notable porque, a diferencia de lo que ocurría en el pasado, a la comunicación de nuestro tiempo le falta un elemento fundamental: la corporeidad. Dicho de otro modo, hasta que aparecieron en nuestras vidas las redes sociales, un individuo, al interactuar con otro, captaba diversos mensajes subliminales producidos por esa corporeidad que ahora se ha perdido. Gestos, entonaciones, lenguaje corporal, olores incluso. También el modo en que se dice algo, en qué contexto, en qué momento o con qué estado de ánimo. En resumen, miles de secretos mensajes que es imposible captar cuando la comunicación es virtual y no presencial. Y es tal la sobredosis de contactos virtuales que uno mantiene que se pierde por completo el espíritu crítico. Tanto que hemos vuelto al discernimiento más elemental, al que puede tener un niño de tres años: me gusta o no me gusta. O, dicho en el lenguaje de Internet, que queda más cool y enrollado: pulgares arriba o pulgares abajo. Otro efecto que se produce con esta nueva forma de comunicarse es una falsa proximidad e intimidad. Pasiones fulgurantes que nacen y se consuman sexualmente en un mismo día, amistades eternas que duran una semana, amores inverosímiles con personas con las que en el mundo real no nos habría apetecido tomar ni un café. ¿Es tanta la información, son tantas las sensaciones e impresiones que estamos perdiendo la capacidad de decidir, de discernir? El problema, según el profesor Berardi, no son la famosas fake news ni los engaños de Internet; engaños y mentiras han existido siempre. El dato nuevo es lo que está ocurriendo dentro de nuestro cerebro. Este está ‘programado’ para un ritmo más lento de acontecimientos y, por tanto, es incapaz de procesar la complejidad del universo tecnológico. Le cuesta separar el trigo de la paja, lo importante de lo accesorio, lo bueno de lo malo. Por eso se producen esas enormes contradicciones. Como el hecho de que, en un mundo hiperinformado, la mentira campa a sus anchas mientras que, en una época en la que las relaciones humanas parecen ser más fáciles de establecer, palabras como ‘sentimiento’, ‘pasión’, ‘amistad’ o ‘amor’ se han abaratado hasta no significar absolutamente nada. O como lo expresaba el otro día en la radio una señora contando sus desventuras con las relaciones que se entablan en Internet: «Entras en contacto con alguien y, al principio, parece que lo conoces de siempre. Te cuenta su vida, tú le cuentas la tuya, te confiesas, te empelotas, le mandas fotos sexis que no mostrarías a ninguna otra persona; él te jura que te quiere, tú también; habláis de casaros y, tres días más tarde, desaparece sin dejar rastro. Ya ves, tanto amor y to pa na. Y lo mismo ocurre con la gente de Faisbú. ¿De qué te sirve tener un millón de amigos como el Roberto Carlos ese, si a la hora de la hora estás más sola que la una?». Según Berardi, para las personas de la era predigital, lo que está pasando es incomprensible porque estamos programadas para otra forma de relacionarnos. La tecnología no es buena ni mala, añade él, solo tenemos que aprender a funcionar con otros parámetros. Tal vez, pero a mí, qué quieren que les diga, me coge ya un poco vieja. Donde esté un gin-tonic con un solo amigo real que se quite Roberto Carlos y toda su virtual patulea.

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Recetas de vigilia

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Recetas de vigilia

REINOS DE HUMO

Estamos en plena Cuaresma. Una época en la que, además de su componente religioso, y muy vinculado a él, la cocina cobra una personalidad propia. La prohibición de comer carne los viernes impuesta por la Iglesia católica a sus fieles ha sido el origen de recetas en las que se buscaba la forma de cumplir el precepto sustituyéndola por otros productos, pero sin renunciar a una buena y abundante comida. Surgieron así recetarios como el que publicó en 1912 Manuel María Puga, quien fue alcalde de La Coruña y que firmaba libros de cocina de gran éxito con el seudónimo de Picadillo. En Vigilia reservada, reeditado recientemente por la editorial Trea, da una amplia variedad de recetas para todos los viernes de Cuaresma, que son buenas muestras de que la prohibición de tomar carne no significaba que no se pudiera comer bien y con abundancia. Minutas completas tanto para las comidas como para las cenas, con recetas que van desde la empanada de sardinas o la tortilla de merluza hasta los calamares en su tinta o el bacalao a la vizcaína, por supuesto con pimiento choricero y no con tomate. Un auténtico estudio sociológico de aquellos felices años. Como muestra, el divertido epílogo, en el que el autor, que llegó a pesar 220 kilos, recomienda a sus lectores. « Que os parecen baratas las minutas? Ponedles unas ostritas de entrante, que nunca le estarán mal».

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Magallanes y Elcano

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Magallanes y Elcano

Arenas movedizas

España y Portugal han protagonizado páginas interesantes de la historia. Por supuesto, por separado. Pero también de forma conjunta. A buen seguro, a ambos países les habría convenido haber estado más unidos de lo que estuvieron a lo largo de los años. Aunque algunos hayan querido convertirlos en dos extraños que han vivido de espaldas, las dos naciones ibéricas han desempeñado papeles estratégicamente impagables en el devenir del mundo. Condenadas a entenderse aunque fuera por elementales razones geográficas, España y Portugal se han dado el testigo una y otra vez del protagonismo ibérico en ultramar, descubriendo continentes, colonizando nuevos mundos o, casi nada, dando la primera vuelta al mundo.

Este año 2019 es uno de los aniversarios redondos de una de las grandes hazañas de la humanidad: recorrer por mar el vasto globo terráqueo y volver al punto de partida después de recorrer tierras ignotas y rutas desconocidas. Se trató de demostrar que navegando siempre en la misma dirección se volvía al punto de partida, conclusión evidente de que la Tierra era redonda. Magallanes, marino portugués al que su propio rey no le hizo demasiado caso, confió su aventura al emperador Carlos I y organizó una expedición que salió de Sevilla, con parada correspondiente en Sanlúcar de Barrameda, en el año 1519. El mundo se acababa de dividir, en función del Tratado de Tordesillas, entre las dos naciones ibéricas: América para España, África para Portugal, con excepción de lo que hoy es Brasil, que cayó del lado luso. Cuando esos hombres intrépidos se lanzaron a los mares en aquellos cascarones, no existían cartas de navegación ni madre que los parió, con lo que saltaron a Tenerife, después a Cabo Verde, luego al final de la América conocida y, a partir de ahí, a la aventura de un mar que llamaron Pacífico. Cientos de aguerridos marinos metidos en unos botes sin avituallamiento ni medicamentos, sometidos a meses de navegación en los que la hambruna y el escorbuto hicieron estragos, acabaron llegando exhaustos, agotados, enfermos y desesperados a islas hoy conocidas como Filipinas. En el transcurso del tránsito, Magallanes murió en el enfrentamiento con unos indígenas; y los restos del equipo navegante se deshicieron, de tal manera que Juan Sebastián Elcano tomó el mando de la nao Victoria y se dispuso a volver a casa. Cómo lo hizo, o cómo creyó adivinar el camino adecuado, es un milagro que da sentido a la gesta que se rememora este año. Hubo de llegar a costas orientales africanas, bajar el continente y volver a subir por la vertiente atlántica, sin detenerse en puertos controlados por los portugueses. Es decir, del tirón a Bajo de Guía; lo cual es una tacada de tres pares de narices.

Finalmente, atracaron en Sanlúcar y, posteriormente, en Sevilla en 1522, tres años después de haber salido a la aventura a mar abierto en busca de la Ruta de las Especias. Salieron 239 hombres. En la nao Victoria volvieron solo 18.

Una polémica un tanto artificial se ha instalado en ámbitos historicistas, políticos y periodísticos acerca de a quién le corresponde capitalizar la epopeya de la primera vuelta al mundo. Habría que convenir que Magallanes, portugués, la empezó con estructura española y Elcano, español, la concluyó en España, puerto de salida, con presencia también portuguesa en su tripulación. Es decir, fue un prodigio realizado por dos países portentosos que deben unirse para cuestiones como la presente, la celebración de la vuelta al mundo, así como para tantos otros desafíos que depara el futuro. España y Portugal son dos hijas de una península magnífica que puede presumir de haber comandado el mundo a lo largo de muchos años. Si ambos países, con sus diversidades y sus particularidades, sus parcelas privadas y sus características intransferibles, establecen uniones de hecho con la vista puesta en el futuro, las futuras generaciones habrán de agradecerlo a buen seguro. Magallanes y Elcano pueden ser una oportunidad de oro para ese futuro en el que España y Portugal sean algo más que dos vecinas de una misma península. El futuro ibérico, en pocas palabras y en atención de los intereses comunes, tiene más trascendencia de lo que parece.

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Sátira

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Sátira

Animales de compañía

En diversas ocasiones nos hemos expresado a favor de limitar la llamada ‘libertad de expresión’. Y el primero y fundamental de esos límites es que exista expresión en el sentido propio de la palabra. No creemos que por ‘expresión’ pueda entenderse la mera coprolalia, tampoco la hieroclastia o aversión furiosa a lo sagrado, ni la rumia esquizofrénica, ni las ensoñaciones psicopáticas o aberrantes a ritmo de rap. Todas estas son muestras de descomposición mental que quienes vivimos de la ‘expresión’ literaria o artística deberíamos ser los primeros en denunciar, por lealtad a nuestro oficio. Otro límite de la libertad de expresión tiene que ser el objeto o finalidad hacia el que esa libertad se dirige. No creo que deba existir una libertad de expresión para injuriar o calumniar gratuitamente, ni para sembrar el odio y extender la mentira, ni para envilecer los espíritus. A la postre, los límites a la ‘libertad de expresión’ se resumen en dos: que haya auténtica expresión (y no exabrupto o vómito verbal); y que la libertad se ordene hacia un fin legítimo.

Y entre esos fines legítimos se cuenta, desde luego, la ‘censura jocosa de tipos y costumbres’, por acre y mordaz que sea. Para censurar jocosamente tipos y costumbres se creó un género literario ilustre, la sátira, que Roma encumbró hasta las más altas cotas expresivas –pensemos en los epigramas de Marcial, Catulo y tantos otros– y que en España goza de una tradición muy fecunda, con la luminaria de Quevedo a la cabeza. Durante los siglos XIX y XX muchas revistas y autores satíricos fueron injustamente perseguidos por el poder político; y en nuestra época esta conducta se repite, ante la pasividad social. En los últimos tiempos se han evacuado varias sentencias judiciales que persiguen la sátira con argumentos peregrinos e inconsistentes. Así, por ejemplo, un juez que condenó recientemente a un epigramista por lanzar sus dardos de dudoso gusto contra la diputada Irene Montero, afirmaba para justificar la condena que el epigrama en cuestión «no se trata de un texto de información, sino de expresiones de valoración de su autor sobre la demandante»; y calificaba tales expresiones como «simples expansiones desde una posición sexista y machista, gravemente peyorativas para la mujer». A un juez, además de conocimiento de las leyes, debe exigírsele una mínima formación académica; y un juez que justifica la condena a un epigramista aduciendo absurdamente que su epigrama no se trata de un «texto de información», o que incluye «expresiones de valoración», debería ser devuelto con urgencia a las aulas. Por lo demás, las expresiones machistas o sexistas pueden merecer, desde luego, reproche; pero que merezcan condena judicial se nos antoja por completo desmesurado. Lo mismo, por cierto, que confundir las chanzas contra una mujer, por burdas que sean, con expresiones gravemente peyorativas para ‘la’ mujer.

Algo parecido ocurre con una sentencia judicial reciente que obliga a una revista satírica a indemnizar a Ortega Cano, por promocionar una actuación en Cartagena con un cartel en el que el torero (oriundo de esta ciudad) aparece caracterizado como un marciano, junto a lemas surrealistas, alguno acuñado por el propio torero («Estamos tan a gustito»), otros alusivos a la rivalidad entre Murcia y Cartagena, o a los efectos perniciosos del alcohol. El cartel incluye un suave y velado recordatorio de cierta conducta del torero (considerando, sobre todo, las consecuencias luctuosas que tal conducta tuvo) que los jueces califican de «burla, humillación y ofensa» y de «vulneración del derecho al honor», ignorando que la misión de la sátira es, precisamente, censurar tipos y costumbres (aunque sea de forma tan benigna y liviana como lo hace este cartel).

Ciertamente, la sátira puede ser en manos de desaprensivos la coartada de las difamaciones más sórdidas y de los escarnios más aberrantes; pero la persecución de la sátira encubre casi siempre la persecución de un fin plenamente legítimo y aun saludable socialmente. No podemos esperar, desde luego, que las personas censuradas celebren la sátira; pero su natural enojo o desagrado no pueden erigirse en criterio para perseguir a un autor satírico. Que algunos jueces no lo entiendan así nos demuestra que Edgar Neville tenía razón cuando sostenía que el humor era la manera que tenían de entenderse entre sí las personas inteligentes. Pero una sociedad cuyos jueces criminalizan la sátira (aun la sátira más inofensiva) infunde miedo

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Los diez trastornos de la personalidad

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No existen medicinas que alivien los diez tipos identificados de trastornos de la personalidad, clasificados dentro de tres grupos.

GRUPO A

  • Paranoide
  • Esquizoide
  • Esquizotípico

Personas excéntricas, suspicaces, que a veces distorsionan la realidad.

Su manera de sentir el mundo preocupa al resto, pero ellos no están preocupados consigo mismos. No se ven muy distintos a los demás. Son desconfiados, suspicaces, pero creen que el mundo justifica estos pensamientos.

GRUPO B

  • Antisocial
  • Límite
  • Histriónico
  • Narcisista

Personas que presentan una gran inestabilidad emocional.

Suelen tener escasa empatía y son muy emotivos. se los considera dramáticos o dados a la exageración. Su capacidad para controlar los impulsos es muy baja y su inestabilidad emocional, muy alta.

GRUPO C

Están llenos de miedos, son muy temerosos: sufren grandes inhibiciones.

Buscan el apego de alguien que los contenga y los sostenga, en general dentro de la propia familia. Muy frecuente en hijos de padres muy ansiosos, que en la educación siguen la línea del temor, de los peligros del mundo.

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¿Quién se sentará al final en el Trono de Hierro?

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Se acerca el final más esperado de la televisión mundial. ¿Quién ocupará el Trono de Hierro? Estas son las seis teorías que se barajaban en el set de rodaje.

· Nos colamos en el rodaje más secreto de la historia

Cersei Lanister: ¿reina hasta el final?

personajes juegos de tronos final

Primero como esposa del rey Baratheon, luego como regente y al fin como reina, Cersei lleva pegada al trono desde el capítulo 1. Su plan es aguardar al vencedor de la batalla de Daenerys y los Stark contra los muertos, para aplastarlo con un ejército de mercenario.

Gendry: el aspirante inesperado

personajes juegos de tronos final

El hijo bastardo del rey Robert Baratheon desapareció durante cuatro temporadas, pero su regreso en la anterior abrió las quinielas sobre sus aspiraciones al trono. Sobre todo, tras verlo en el nuevo tráiler forjando una espada de acero valyrio, mortal contra caminantes.

 Jon Nieve: el caballo ganador

personajes juegos de tronos final

Criado como bastardo, en realidad es hijo de Rhaegar Targaryen, primogénito del último rey de su linaje. De momento solo Bran Stark y Sam Tarly conocen su origen, pero él es el legítimo heredero. Si sobrevive a los caminantes blancos, claro. Ya lo hizo una vez…

Daenerys Targaryen: ¿con la miel en los labios?

personajes juegos de tronos final

Perseverante como nadie, lleva siete temporadas como legítima aspirante al trono de su padre. Tras aliarse con Jon Nieve, se ha convertido en su amante sin saber que en realidad él es su sobrino y el verdadero heredero. Su reacción al saberlo marcará el destino final de la saga.

 Sansa Stark: una posibilidad remota

personajes juegos de tronos final

Aunque sin opciones por vía sanguínea, la señora de Invernalia ya estuvo cerca de ser reina de Joffrey Lannister y conoce bien el juego de tronos. Sin dotes guerreras, pero más implacable cada día, si sobrevive al ataque de los muertos podría lanzarse contra Cersei.

 El rey de la noche: el triunfo del mal

personajes juegos de tronos final

Cualquier opción al trono pasa por detener el avance de los muertos matando a su líder con acero valyrio o vidriagón. De no ser así, el Rey de la Noche se convertiría en el nuevo monarca de Poniente.

Gana este lote exclusivo de 'Juego de Tronos'

Gana este lote exclusivo de 'Juego de Tronos'

Un periodista de 'XLSemanal' se ha colado en el rodaje de la última temporada de 'Juego de Tronos'. Allí se barajaban seis teorías acerca de quién terminará ocupando el Trono de…

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Los hijos del genocidio

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Son los «hijos de los asesinos». Así los llaman en Ruanda. Sus propios parientes incluso. Más de 20.000 niños nacidos de mujeres violadas por las milicias hutus durante el genocidio de 1994 se han hecho mayores. Un fotógrafo israelí recogió sus historias en plena infancia, cuando todavía ignoraban de dónde procedían. Ahora ya lo saben. Proceden del horror. El que han logrado combatir sus madres. Fotos y entrevistas: Jonathan Torgovnik / Texto: Fernando Goitia

“Cuando mi madre me contó cómo fue violada, sentí que algo me perforaba el corazón. Mi padre fue un violador y un asesino”. Faustin tenía 13 años cuando supo por qué sus compañeros de colegio, sus vecinos, su propio tío, lo llamaban «hijo de los asesinos». Se lo reveló su madre, Bernadette. «Tarde o temprano tenía que contarle la verdad -dice-. Fue duro, pero liberador».

La historia de Faustin y Bernadette se replica por toda Ruanda, una diminuta nación centroafricana a la que pocos prestaron atención hasta 1994. Entre abril y junio de aquel año, en apenas 100 días, más de 800.000 personas fueron asesinadas y miles de mujeres violadas durante el genocidio de la población tutsi alentado por el Gobierno hutu. Pasados 25 años, el país presume de ser uno de los más seguros, estables y con sólido crecimiento económico de África, pero muchas de las heridas que dejó aquel horror siguen abiertas. Supurantes incluso, como las que sufren más de 20.000 niños, fruto de las violaciones masivas, y sus madres, la mayoría contagiadas de sida por sus agresores.

Cargan secuelas físicas de las violaciones y sobre todo traumas severos, incurables, con los que conviven, casi todas, despreciadas por parientes y vecinos, un factor que redobla el dolor, la vergüenza de sentirse, en parte, también culpables.

Muchas fueron violadas por sus vecinos; solo unas pocas llegaron a declarar contra ellos

Insultos, mentiras y exageraciones llevan años tiñendo los días de Bernadette, violada por un hutu de su propio vecindario contra el que testificó ante un tribunal y a quien perdonó tras salir de prisión. «En mi comunidad, alguien se dedicó a propagar por ahí que los Interahamwe (‘los que atacan juntos’, en bantú; sanguinarias milicias hutus) me dejaron atada a un árbol y que un montón de hombres fueron pasando para violarme», cuenta Bernadette, cuyo hijo se negó a conocer a su padre, hoy desterrado de su comunidad.

Testimonios como los de Bernadette y Faustin han sido recogidos por el fotógrafo israelí Jonathan Torgovnik como parte de su proyecto Disclosure (‘Revelación’), respaldado por el Pulitzer Center for Crisis Reporting, para denunciar el uso de la violación como arma de guerra y sus consecuencias. El título alude al momento en que una madre se decide al fin a revelarle a su hijo la verdad sobre su origen.

“No sé quién es tu padre, porque me violaron muchos hombres, y después naciste tú”

«Viajé a Ruanda por primera vez en 2006, preparando un reportaje para Newsweek sobre VIH -cuenta Torgovnik-. Y allí conocí a Odette». Esta mujer, infectada con sida durante el genocidio, le contó historias terribles que nunca había compartido con nadie y que cambiaron para siempre la vida del reportero. «Me describió con detalle el asesinato de toda su familia y las múltiples violaciones que sufrió. Se quedó embarazada y tuvo a su hijo Martin. Tras escuchar su testimonio, decidí documentar las historias de las mujeres como Odette y mostrárselas al mundo», cuenta el fotógrafo israelí. Empezó así a retratar y a escuchar a madres violadas por los Interahamwe y a sus hijos, entonces con 11 o 12 años, y comenzó a divulgar sus casos.

Hace unos meses, cercano el 25.º aniversario del genocidio, visitó de nuevo a aquellas madres y sus hijos, hoy veinteañeros, para ver qué había pasado con ellos. Descubrió que tras aquel viaje de 2006 su vida no era la única que había cambiado. «Hablar con usted me curó -le confesó Odette-. Fue como vomitar todas las cosas malas que sentía hacia los hombres. Ahora estoy casada, tengo trabajo y otra hija».

Muchas mujeres como ella sienten que sus vidas han mejorado. A ello ha contribuido la ONG Foundation Rwanda, con educación para sus hijos y atención sanitaria y psicológica para las madres. «Estas mujeres son los seres humanos más fuertes con los que me he topado jamás», sentencia Torgovnik, su fundador.

Sus historias

JUSTIN Y ALICE

“Desde que me contó la verdad, hablamos con más libertad. Ya no hay nada que esconder”

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¿Quién es mi padre? Esta pregunta ha taladrado los oídos de Justin durante 23 años. Alice, su hija, se la repitió hasta el hastío. «Nunca quiso responderme». Hasta el día en que, hace un año, la madre regresó a casa, la llevó a su habitación y le pidió que se sentara. «Hija, he estado asistiendo a unas sesiones con mujeres violadas durante el genocidio y quiero contarte lo que llevo años evitando -le lanzó-. Fui violada durante aquellos días y después naciste tú. No tengo idea de quién es tu padre, porque me violaron muchos hombres». Ambas mujeres se miraron en silencio. Alice, en estado de shock; Justin, preocupada por su hija, pero aliviada, como si se hubiera despojado de una piedra de cien kilos. «Deseé que me hiciera más preguntas, pero se quedó callada -rememora Justin, la madre-. Todavía no le había contado que tengo sida». Sumida en su mutismo, la mente de Alice recordó a las mujeres violadas que había visto en documentales sobre el genocidio y las lecciones de historia en el colegio. «Entre lo que me acababa de contar y lo que ya sabía tenía suficiente -contrasta la hija-. Desde aquel día hablamos con más libertad. Ya no hay nada que esconder».

YVETTE E ISAAC

“Saber de quién era hijo me afectó mucho, pero tuve que aceptar la realidad”

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Durante 16 años, Isaac creyó que su padre estaba muerto. Es lo que le decía su madre. Así que no entendía por qué sus tíos lo llamaban «hijo de asesinos». «Estaba traumatizado; iba mal en la escuela, nose aceptaba…», revela Yvette, la madre. Un día, al fin, le contó la verdad. Había sido violada por tres hombres nueve meses antes de que él viniera al mundo. «Desde que conoce la verdad -cuenta Yvette-, es más responsable y trabaja duro mirando al futuro». Saberse hijo de un asesino violador fue, sin embargo, un choque brutal para Isaac. «Me afectó mucho -admite-, pero tuve que aceptar la realidad. Ahora aprecio todos los sacrificios que mi madre hizo por mí». Como «hijo del genocidio», de madre tutsi y padre hutu, Isaac reniega de esta distinción étnico-social atribuida por muchos al colonialismo belga. «No soy ni hutu ni tutsi. Yo soy ruandés», proclama. Sentimiento que su madre, infectada de sida por sus violadores y víctima directa del odio y la violencia, le inculcó desde niño. «Siempre le dije que fuera respetuoso con los demás, que amara al prójimo y que no odiara a nadie -dice Yvette, puro orgullo-. Es un chico de pocas palabras, pero ha seguido ese camino».

ISABELLE Y JEAN-PAUL

“Respeto mucho a las mujeres. Sé lo que es capaz de luchar una madre”

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La mente de Isabelle bulle al observar la foto que Torgovnik le tomó con su hijo hace 12 años. «Mi vida era miserable, estaba traumatizada; cada vez que miraba a mi hijo, todo volvía a mi cabeza. Ahora soy más fuerte y feliz por haber tenido a Jean-Paul. Él da sentido a mi vida. Ya no siento que hubiera sido mejor haber muerto». Este sentimiento, hoy un residuo en su memoria, la persiguió desde que vecinos y parientes descubrieron su embarazo. «’¿Cómo vas a dar a luz a un bebé sin padre?’, me dijeron primero. Después supieron que el padre era uno de los asesinos -cuenta-. Así que nunca pude hablar con nadie sobre ello».

Tardó 19 años en contárselo todo a su hijo. «Le dije que me violaron varios hombres, que después huyeron al Congo y que no sé quién es su padre». Conocer la verdad despertó en Jean-Paul un sentimiento protector hacia Isabelle. «La admiro, sé bien lo que es capaz de luchar una madre -dice-. Cuando tenga hijos, los educaré con amor». En su proceso personal valora sus encuentros con otros chicos como él, promovidos por la Foundation Rwanda. «Me ayudaron a lidiar con mi situación», comenta Jean-Paul, que se siente tutsi, como su madre.

ANNET Y PETER

“Hoy soy feliz, ayudo a otras mujeres, mi marido quiere a mi hijo, aunque no sea suyo”

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En 2006, el fotógrafo Jonathan Torgovnik retrató a Annet y a su hijo Peter en Kibuye, un enclave turístico en el lago Kivu. El niño, de 12 años, no sabía entonces que su madre había sido violada por un miliciano hutu en este idílico entorno durante el genocidio de 1994, cuando el 90 por ciento de los tutsis de la ciudad fueron asesinados. Annet se lo contó después de su primer encuentro con Torgovnik. «Compartir mi historia con un extranjero me liberó -revela Annet-. Hoy soy feliz, ayudo a otras mujeres, mi marido quiere a mi hijo, aunque no sea suyo, y Peter estudia Ingeniería en la universidad».

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Los bebés malditos del Estado Islámico

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Feminismos

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Feminismos

El bloc del cartero

La reciente movilización del 8-M no solo ha puesto de manifiesto la pujanza del movimiento feminista, con una capacidad de convocatoria y de concitar consensos que contrasta con la desafección a las diversas opciones políticas y con un mosaico de siglas cada vez más fragmentado y dividido. También se han hecho visibles las distintas formas de reivindicar la igualdad real entre hombres y mujeres –núcleo central del feminismo como idea y actitud ante la vida, y difícilmente discutible salvo para nostálgicos del Medievo– y las tentativas de apropiación partidista, ya para desacreditar al rival por tibio, ya para hacerlo por extremista y fanático. No ha sido buena cosa que entre nosotros el 8-M coincidiera con una precampaña. Lo que esa fecha encierra, lo apuntan nuestros lectores, va mucho más allá.

LA CARTA DE LA SEMANA

Solo a la caza del mamut

El 40 por ciento de las consultas de atención primaria se deben a la ansiedad. En la sociedad del cansancio, en la era del miedo, todo favorece el aislamiento para quebrar el componente social y alcanzar la indefensión del individuo. Sobre el que se deposita al tiempo toda responsabilidad de su devenir. Tú mismo te separas del bienestar (empodérate, autoayúdate –sic–). Eres el principal impedimento para lograr tus objetivos (autoempléate, inventa un nuevo yo cada vez que cambie el viento). Solo tú eres responsable de ignorar o desconocer. ¿Y las ofertas de empleo? Disponibilidad completa, resiliencia, aguante, encaje, sumisión y silencio tras el epígrafe ‘bajo presión’. ¿Y los mensajes ‘buenrollistas-mágico- pendejos’? Tú y tu fuerza y tu luz y tururú. ¿Oyes a familia, amigos o conocidos decir «al menos tienes trabajo»? Como la sopa desleída de Oliver Twist, como las botas con cordones de Chaplin. Estas personas olvidan que el individuo es tal porque antes fue manada, tribu, vecindad, pueblo, parroquia. Estas personas son las mismas que en la Prehistoria te enviarían solo a la caza del mamut.

Ricardo Pérez Hernández (Correo electrónico)

Por qué la he premiado… Por contrarrestar tantas toneladas de retórica y propaganda contrarias, para restituirnos una verdad tan consustancial a la condición humana


Parentalidad

Decir que el lenguaje tiene un sesgo patriarcal no es más que reconocer la realidad. Emplear un lenguaje inclusivo choca con varios obstáculos, como el de evitar la connotación negativa de lo femenino incorporada a muchos vocablos o el de eludir el masculino como género común de lo femenino y lo masculino. En este empeño por un lenguaje inclusivo existen auténticos oasis semánticos, territorios lingüísticos donde no existe distinción de género porque históricamente no la había. Una de estas familias léxicas que podemos llamar ‘integradoras’ deriva del latín parens, participio presente del verbo parire: en latín, el plural de pater y de mater era parentes, que siempre ha sido común a lo masculino y a lo femenino. La suma de la paternidad y la maternidad siempre ha sido la parentalidad. En algún país hispanohablante se cometió el dislate de creer que ‘parental’ deriva de pater y no de parens, por lo que fue preciso crear una contraparte femenina, de ahí el vocablo ‘marental’. Hoy es posible oír hablar de «familias monomarentales». Lo que parece un avance es en realidad un retroceso en la consecución de un léxico inclusivo: estamos desforestando ese oasis semántico que heredamos de Roma.

Luis Barreiro Carballal (Santiago de Compostela)


Para la lluvia

Hoy es 8 de marzo. Son las 9:00 y escucho la radio. Las noticias se vuelcan hacia el lado femenino. Está bien que te tengan en cuenta: es lo correcto. Pero un día no es suficiente ni una semana ni un color… El conjunto de la sociedad funciona basándose en prejuicios, y entre ellos está esa división en bloque masculino y femenino. Y no lo entiendo. Yo pienso en personas, sin más. Hace años entré en una tienda, le pedí a la dependienta un paraguas negro: «¿de hombre o de mujer?», me preguntó. Tardé en contestar. «¡Para la lluvia!», dije vehemente. Ella, seguro, pensó que mi respuesta era absurda. Pero ahí estamos, necesitamos interiorizar que todas las personas/paraguas somos igual de valiosas/útiles para la sociedad/lluvia.

Aurora Matilla Rodríguez, Ponferrada (León)


Feminista/femenina

Escribo a raíz de una polémica surgida el 8 de marzo por las declaraciones de una periodista que se definía como femenina. Creo que aún hay personas que identifican el feminismo con la ideología de izquierdas. Eso no es cierto, toda clase de ideología cabe en el feminismo. Nadie se ha apropiado de esta lucha ni debería. El feminismo pretende que una mitad de la humanidad, las mujeres, tengan los mismos derechos que la otra mitad, los hombres. El género no debe ser motivo de discriminación, desigualdad, injusticia, violencia… El feminismo no va en contra de los hombres: nuestro enemigo es el machismo que provoca todo lo anterior. Por ello, no dudemos en declararnos feministas seamos de derechas o de izquierdas. Nuestra lucha es diaria y debemos hacerla, sobre todo, en la educación para que el futuro sea más equitativo y justo. Y esto, creo, nos incumbe a toda la sociedad, aunque algún partido político aún no se haya enterado.

B. M. M. Markina-Xemein (Vizcaya)


La música que mata

Cada viernes, a las seis decenas de chavales salen a la calle a pasar el rato y a escuchar algo que parece, sin más, música: reguetón, trap… Pero en el fondo no. Es la letra. Machista, irrespetuosa, casi incita a hacer lo que dice. ¿Están los jóvenes manipulados? «No», me dicen, «solo lo escucho por el ritmo. A mí tampoco me gusta la letra». O: «Sabes que hay reguetón cantado por mujeres y con lenguaje feminista, ¿no?». Y, cuando utilizo mis conocimientos de niña de quince años para refutar, insisten: «¿Por qué dices que esto no es música si tiene melodía, armonía y ritmo?». Yo respeto a los compositores y cantantes, pero no me gusta el mensaje. El otro día hubo una huelga por los derechos de las mujeres, por fomentar la igualdad y acabar con la violencia de género. ¿Cómo vamos a hacerlo si escuchamos música que incita a lo contrario? Veo a chicas cantando a pleno pulmón letras machistas. Son las mismas que luego gritan, vestidas de violeta, por un futuro donde se nos respete a todos…

M. P. P. G. Mérida (Badajoz)

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La obra, los autores, las manchas

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La obra, los autores, las manchas

MI hermosa lavandería

Me veo a mí misma viendo el documental Leaving Neverland, sobre las dos víctimas de los abusos de Michael Jackson, e intento analizar la horrible desazón que me produce. Recuerdo vagamente los juicios de los años noventa en los que otras víctimas lo acusaron de los mismos delitos y creo que pensé algo así como: «Es muy raro que le guste dormir con niños en la misma cama, pero seguro que no les hace nada, él mismo es como un niño, seguro que le quieren sacar dinero…». La voz aflautada, el aspecto de figura de cera, el peluquín demasiado grande para su cabeza, sus pueriles protestas ante Ophra Winfrey negando que se había rehecho la cara, las imágenes de la boda con Lisa Marie Presley, los niños rodeándole en la infame interpretación de Earth song… Todo me llevaba a pensar que no era posible que hubiera cometido los horribles delitos de los que lo acusaban. Y esa voz que antes me parecía trágicamente ridícula, ahora se me hace insoportablemente perversa. La maestría del documental de Dan Reed es que se centra en las vidas truncadas de dos de sus víctimas. Y son dolorosamente creíbles, además de conmovedoras. Vemos cómo dos familias son capturadas en la tela de araña de la fama de Jackson, a la que sucumben a las primeras de cambio, dejando a dos niños a merced de un maestro de la manipulación. La misma técnica que hemos visto en otro documental reciente, Abducted in plain sight, de Skye Borgman, y en los patrones de seducción del noventa por ciento de los pedófilos. Todo estaba ahí y no lo quisimos ver. Y ahora podemos acusar a las madres de los niños, a su familia, a los medios, a sus abogados, a los jueces, pero la realidad es que todos somos cómplices, porque nos jode admitir que el cantante que nos ha hecho bailar, el director de cine que nos hace reflexionar, el escritor que nos ha emocionado pueden ser unos individuos abyectos a los que preferiríamos no estrechar la mano. La mancha de la fama pringa a cualquiera que se acerca a ella, y todos los que se rasgan las vestiduras ante el comportamiento de las familias que vemos en el documental deberían preguntarse si no se hubieran dejado seducir de la misma manera. ¿Cómo hacemos ahora? ¿Prohibimos canciones, boicoteamos películas, quemamos libros? Otras veces, desde estas páginas, he dicho que preferiría no saber muchas cosas de autores a los que admiro. Pero, una vez que sabes algo, ya no hay manera de ignorarlo. Hay mucha gente indeseable en este planeta, pero muy pocos de esos indeseables han escrito Billie Jean o Grandes esperanzas (Dickens se ha unido al grupo cuando ha salido a la luz su comportamiento con su mujer). En mi cabeza voy a intentar establecer una división (que no creo que sea más ética o más justa que otras): una cosa es la obra; otra, el o la que la crea. Voy a disfrutar de las canciones, las películas, los libros o las coreografías sin tener en cuenta a quienes las crearon. Y si cuando escucho Human nature me viene a la memoria lo que ahora sé y esas notas que antes adoraba se me hacen insoportables, apagaré la música. Y ya.

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‘Leaving Neverland’, el documental que ha desatado el escándalo sobre Michael Jackson

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Supercívico

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Supercívico

Palabrería

Síncope. Cuando Supercívico salta, el hombre con el chucho casi se muere del susto. De forma automática se toca el corazón –y suena como el bombo de una banda de pueblo en el momento culminante del pasodoble– mientras el perrillo ladra con la peligrosa y desafiante histeria de una rata. «Atrás, malvado», dice Supercívico plantado ante el hombre con el síncope, mientras alza una mano enguantada y con el otro brazo en jarras, con una pose muy estudiada ante el espejo. Es de noche en una calle cualquiera de un barrio céntrico y Supercívico patrulla con el patinete en busca de infractores de las ordenanzas municipales. Lleva algunos meses con la voluntariosa tarea de acabar con el incivismo de los conciudadanos, que algunos considerarían un género menor y cuyos actos son para él la antesala del mal. Se comienza por tirar un papel, sostiene, y se sigue con el cóctel molotov y la kale borroka.

Terapéutico. El disfraz de Supercívico es sostenible y reciclable, hecho con bolsas de basura ecológicas, que resisten menos que las convencionales, lo que lo obliga a una permanente reposición y a plantearse si es realmente un traje sostenible y reciclable. En la cabeza, una bolsa de supermercado, colocado a la manera de las señoras mayores que improvisan una protección para la lluvia repentina. La capa es de plástico de burbujas, ese entretenimiento terapéutico para los que no pueden pagarse un psicólogo. Guantes de fregar verdes y botas de lluvia de color hueso. Tremebundo aspecto, pero demostrativo y responsable, coherente con el tipo de residuos que encuentra a diario. No es de extrañar que el paseador del can ratonero esté aturullado por el saco gigante que da saltitos.

Introito. Supercívico lo obliga a recoger las mierdecillas. El hombre protesta diciendo que no son suyas –de su mascota– y levanta la bolsita azul que demuestra la inocencia. «Acepta tu responsabilidad, sinvergüenza», y le golpea la espalda con un plumero para el polvo, que no le hace daño pero que le deja un rastro blanquecino en la chaqueta. Por miedo a que sea un enajenado peligroso, el hombre obedece. Supercívico se marcha satisfecho sobre el patinete, silbando una melodía que ha inventado y que le sirve de introito y de despedida.

Apostolado. Consciente de su poca fortaleza física, aunque con grandes músculos morales, elige bien a quién detener. Al principio del apostolado se enfrentó a una pandilla de chavales que, sentados en un banco, fumaban y comían cacahuetes y tiraban cáscaras y colillas. Lo llamaron «tarado» y «espantajo» y lo obligaron a comer aquellos restos desperdigados, aunque pudo escapar a tiempo, casi desnudo, dejando tras de sí retales plásticos que no se atrevió a recoger y por los que se maldijo días y días.

Maniobra. Lo intimidan los grafiteros y los que mean en la calle, los que rompen el mobiliario público y los que roban las plantas de los jardines. Planea bien cada maniobra: le encanta llamar la atención a los que se saltan las colas en los puestos del mercado. Atiza los hombros con el plumero y amonesta al caradura con desigual éxito: algunos se retiran humillados; otros se le encaran, lo que lo apremia a la evasión con el patinete al hombro para facilitar la huida y sin el triunfal silbido.

Demediado. Supercívico no opone resistencia cuando una brigada municipal comienza a vaciar su piso tras las repetidas denuncias de los vecinos, quejosos por el nauseabundo olor y la amenaza de derrumbe. En la comunidad le atribuyen un síndrome de Diógenes que nadie le ha diagnosticado. Toneladas de diarios viejos, libros para llenar varias bibliotecas, muebles de contenedor, bicicletas sin ruedas y ruedas sin bicicleta, botellas de vino vacías, muñecos descabezados, vajillas incompletas e inconexas, bolsas reventadas con interiores momificados, suficientes cachivaches demediados para abastecer un bazar de la miseria. ¿Qué querían que hiciera? Él ha tenido que suplir a los servicios públicos, liberando el espacio común de las porquerías que arrojan los irresponsables. No ha tenido más remedio que llevárselas a casa y cumplir con el sagrado deber cívico.

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El partido de los lunes

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El partido de los lunes

Artículos de ocasión

Hace años que llama la atención el limbo legal en el que habita el fútbol. Considerados dioses por los ciudadanos de a pie, los jugadores son jaleados hasta cuando declaran por fraude fiscal. En las pocas ocasiones en que se han analizado partidos amañados en las categorías principales, y pese a ser concluyente que se han comprado voluntades, casi nunca se castiga ni se cursa multa ejemplarizante. Ha sucedido también con escándalos de sobornos para lograr designaciones de sedes mundialistas y tejemanejes en las altas instancias federativas. Se alcanzan dimisiones, pero un negro manto cubre las verdades. No acaba de consolidarse una idea sólida sobre si se trata de una estructura al margen de la realidad, ya que el fútbol se percibe como un teatro de los sueños y nadie quiere machacar sus fantasías idealizadas, o se trata de una impunidad delincuencial. La última de las dimensiones de este enigma sucedió hace unas pocas semanas. El pasado 11 de febrero, las gradas del estadio de Mendizorroza en Vitoria estuvieron durante cinco minutos completamente vacías mientras arrancaba el partido de Liga. El público protestaba con esta imaginativa acción por algo ya impuesto en nuestras rutinas, el partido de los lunes.

El partido de los lunes es una anomalía. Incluso su mera enunciación ya es casi un oxímoron. Partido y lunes no pueden asociarse. Porque los lunes son la chapa, la sumisión, el triunfo de lo laborable sobre lo lúdico. Y un partido de fútbol ha de ser una fiesta social o al menos una espita de desahogo para la gente abrumada. El partido de los lunes es un invento ágil para recaudar más dinero por las retransmisiones. Los aficionados protestaron con este acto y el club ha sido multado por una de esas normas particulares del fútbol que vienen más o menos a resumirse del siguiente modo: será penado todo aquello que vaya en detrimento del negocio. Los aficionados reclaman que jugar ese día es una condena para los equipos. Pero bien es cierto que los clubes manejan un dinero cuyo origen, casi en exclusiva, proviene de la venta televisiva, así que mejor callar y aceptar la multa que renunciar a un pellizco de su presupuesto anual.

Lo más chusco de esa jornada de protesta fue que también resultaron multados tres fotógrafos profesionales. La Liga les impuso mil euros de sanción por sacar fotos de esas gradas vacías. Lo hicieron desde los lugares estratégicos donde la toma era más elocuente. Vamos, que cumplieron con su trabajo de fotógrafo de prensa, y por eso eran castigados. No hubo reivindicaciones sindicales ni de un sector tan corporativista como la prensa. Al parecer, cuentan que las sanciones se han congelado para no armar ruido. Porque otra regla no escrita del complejo mundo del fútbol es que todo se puede olvidar si el jaleo perjudica al negocio. Viven así en contradicción las reglas estrictas frente al cacareo de la gallina de los huevos de oro. Esa sentencia que dicta que lo que pasa en el fútbol se queda en el fútbol parece incluir también a los despachos. Ya quisieran para sí esto otros sectores económicos cuando hasta la banca ha tenido que pasar por los juzgados a dar explicaciones de algunos de sus desmanes.

El fútbol es diferente. En Inglaterra, la cuna de nacimiento de este deporte, no ha habido sindicato de jugadores que haya podido evitar la sobrecarga de partidos y el abusivo trato a los profesionales durante las vacaciones de Navidad. Ahí siguen jugando en año nuevo y en Nochebuena como si el calendario laboral no fuera con ellos. La explicación para algo así consiste en decir que los futbolistas son profesionales del domingo, trabajan cuando todos descansan. Y parece lógico. Por eso, el partido del lunes y el partido del viernes son elementos disruptivos que aún no acaban de cobrar sentido y que resultan incompatibles con la idea anterior. Estamos a tiempo de pelear contra ellos, de repudiar lo que vienen a significar, ese trato demoledor contra la sociedad a la que se atonta con fútbol y más fútbol a toda hora. Daño también contra el aficionado sincero como el que se manifestó en Vitoria ante la sobreexplotación de la vaca gorda. Pero quizá nuestro vacío no tolera el vacío de fútbol ni un solo minuto.

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Familia, éxito y vivir en Hawái con Woody Harrelson

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Crecido en Texas y en Ohio, tiene 57 años. Tres veces nominado al Oscar. Woody Harrelson dirige ‘Lost in London’, inspirada en una ajetreada noche que acabó con sus huesos en el calabozo. Vive en Maui (Hawái) con su mujer y las tres hijas del matrimonio. Por James Marriott

Hawái, el paraíso de los famosos

XLSemanal. ¿Qué le diría al Woody Harrelson veinteañero que empezaba en el cine?

Woody Harrelson. Que echase un poco el freno, que no fuese tan acelerado por la vida. Cuando entré a trabajar en la serie Cheers, era un muerto de hambre; entonces comencé a ganar mucho dinero y a ser el centro de atención. Fue una época muy loca. Era muy fácil perder la cabeza.

XL. ¿Puede contar alguna anécdota de entonces?

W.H. Una vez estuve cenando con Donald Trump. Su futura esposa también estaba sentada a la mesa, pero apenas dijo palabra. Lo mismo que yo. Trump hablaba por los demás, no paraba de ‘largar’.

XL. ¿Qué impresión le dio el que ahora es el presidente de su país?

W.H. Pensé que en la vida había conocido a un hombre tan narcisista. Más tarde me pareció curioso que tantas personas -muchas de ellas, marginadas por la sociedad- lo viesen como el salvador de la patria: estamos hablando de un narcisista redomado, interesado solo en el dinero y los negocios.

“Una vez estuve cenando con Donald Trump; no paró de hablar. Un narcisista redomado”

XL. ¿Qué es lo que más le gusta de su personalidad?

W.H. Creo que la empatía que siento por todo el mundo; las personas me importan.

XL. ¿Y lo que menos?

W.H. Que a veces soy demasiado cauteloso y desconfiado…

XL. ¿No son dos cosas un poco contradictorias?

W.H. Es paradójico, sí. Son los polos opuestos del mismo espectro. Supongo que es una reacción natural porque siempre me encuentro rodeado de mucha gente, pero no me gusta esa tendencia que tengo a veces a cerrarme ante los demás.

XL. Si no fuese actor, ¿a qué se habría dedicado?

W.H. Sería modelo. ¡Lo digo en broma, claro! No sé para qué más sirvo. De joven trabajé como camarero… y era un desastre. Aunque eso de servir mesas a veces tiene su aquel, hay restaurantes de lujo en los que puedes sacarte un ‘pastón’.

XL. ¿Es usted de los actores que se preocupan mucho por su aspecto?

W.H. Ya no me esfuerzo en ser guapo. He conseguido olvidarme de mi aspecto, y es un alivio.

XL. Está usted casado con Laura Louie (empresaria). ¿Que no se dedique al espectáculo ayuda a la pareja?

W.H. Mi mujer se encarga de recordarme que no estoy solo. El mundo del espectáculo es muy extraño, a veces surreal, y resulta fácil olvidarte de la suerte que has tenido, de lo muy bien que vives en comparación con los demás. Mi mujer me ayuda a ver las cosas con claridad, a dar las gracias por lo que tengo.

XL. Tiene usted cuatro hijas (una con su primera pareja). ¿Cómo es su relación con ellas?

W.H. Si eres padre, lo más importante del mundo es estar con tus hijas. Me arrepiento de haberme ausentado de su lado por trabajo. Hubo casos en los que no tuve más remedio, pero otras veces tendría que haber dicho que no a proyectos para quedarme en casa con ellas.

XL. He leído que es usted muy competitivo…

W.H. Sí, soy competitivo, pero no en mi trabajo como actor. Si a otro le va muy bien, por mí perfecto. Gore Vidal dijo: «Cada vez que un amigo tiene éxito, me muero un poco». Es una actitud que no comprendo. Si a un amigo mío le va bien, yo me alegro.

XL. ¿Por qué vive en Hawái?

W.H. He encontrado la felicidad allí. Recuerdo que, hace tiempo, un amigo iba a marcharse de Hawái, de regreso al continente, y alguien comentó: «Bueno, por fin vuelves al mundo real». Mi mujer interrumpió y dijo: «No, de eso nada, el mundo real es este». La pura verdad.

XL. ¿Qué es lo que más le gusta de vivir allí?

W.H. La gente es tranquila y la relación con los demás es amistosa. Las personas tienen claro que lo mejor que puedes hacer es pillar una ola estupenda con tu tabla de surf… En Hawái vives la mar de bien.

PREGUNTA A BOCAJARRO

Es conocido por su intensa vida nocturna.

Puedo salir cincuenta noches seguidas. Me encanta la compañía de la gente. Soy muy sociable. Pero, cuando empiezo un nuevo rodaje, me gusta estar solo, a mi aire. Entonces puedo ser una persona bastante solitaria.

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El gran reto del último rodaje de ‘Juego de tronos’

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El choque entre los caminantes blancos y ‘los vivos’ ha sido el gran reto del último rodaje de Juego de tronos. Un capítulo entero que se rodó a lo largo de tres meses: 55 noches en el set de Invernalia y varias semanas en los estudios Titanic. Por F. G.

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Una confrontación de duración superior a los 40 minutos de la batalla del abismo de Helm, de El señor de los anillos: las dos torres, la más larga del cine. «Es algo sin precedentes –dice Bryan Cogman, productor ejecutivo, a Entertainment Weekly–. Hay una mezcla de géneros dentro de la batalla con secuencias dentro de secuencias que incluyen otras secuencias».

La creación de semejante monstruo fílmico, un capítulo entero, requirió 55 noches en el set de Invernalia, muy por encima de los 25 días de la memorable Batalla de los Bastardos de la sexta temporada, y varias semanas más en los estudios Titanic de Belfast, con 750 personas implicadas. En palabras de Peter Dinklage, Tyrion Lannister en la serie: «La Batalla de los Bastardos a su lado fue un parque temático».

Abunda en ello Rory McCann (Sandor Clegane, alias El Perro): «Todos rezamos para que algo así no vuelva a repetirse». Y así lo vivió Iain Glen, de 57 años, en la piel de Ser Jorah Mormont: «Te acostabas a las siete de la mañana, te despertabas sin fuerzas y de nuevo a rodar. Éramos un puñado de actores hechos mierda, quizá por ello rezuma el tono perfecto para Juego de tronos».

batalla caminantes blancos final juego de tronos

Maisie Williams (Arya Stark), 36 años más joven que Glen, agradeció participar en algo semejante tras siete temporadas vagando en solitario por Poniente para convertirse en una asesina. «Me perdía las batallas todos los años. Esta ha sido la primera para mí. Y estoy metida hasta el fondo en ella».

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Un periodista de 'XLSemanal' se ha colado en el rodaje de la última temporada de 'Juego de Tronos'. Allí se barajaban seis teorías acerca de quién terminará ocupando el Trono de…

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Trastorno límite de la personalidad: cuando el adolescente cruza la línea

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El trastorno límite de la personalidad o ‘borderline’ afecta a un 3 por ciento de los adolescentes. Un problema que conlleva un alto riesgo de suicidio, agresividad extrema y, sobre todo, mucho dolor para ellos mismos y para sus familias. Hablamos con los expertos. Por Priscila Guilayn

El peligroso sufrimiento de los adolescentes

Llamémosla Valeria. Tiene 19 años y hace 10 meses le diagnosticaron un trastorno límite de la personalidad (TLP). Por eso prefiere no dar su nombre, porque su dolencia -caracterizada por una fuerte impulsividad y una gran inestabilidad emocional- ya le ha dado bastantes problemas en su vida. Al fin y al cabo lleva sufriéndola desde hace años. Como tantos otros jóvenes que solo reciben diagnóstico en la adolescencia.

El 70 por ciento de estos adolescentes intentará quitarse la vida. La mitad lo repetirá; y entre el 8 y el 10 lo consumará

Valeria, de hecho, siempre se ha sentido diferente. «No para mal. Me siento superior, que sé más que los otros chicos. Pero no desde el punto de vista académico -matiza-. Me refiero a los sentimientos. Los míos son más profundos». Consecuencia de esta diferencia ha sido la soledad. También el bullying, que sufrió hasta que abandonó los estudios en cuarto de la ESO. Aunque Valeria no está sola: el TLP afecta a alrededor del 3 por ciento de la población adolescente. Es decir, 60.000 españoles menores de 18 años pueden sufrir lo que comúnmente se conoce como borderline, un trastorno que conlleva un riesgo de suicidio 50 veces superior a la media.

No obstante, los casos de todos estos miles de chicos no son iguales. «El trastorno límite abarca en sí mismo todo el espectro de la psicopatología -explica el psicólogo Fernando Sánchez, de la Asociación Madrileña de Ayuda e Investigación del TLP (AMAI TLP), donde Valeria acude a terapia una vez por semana-. Esto es, puede haber pacientes con TLP que también son psicóticos, disociativos, con trastornos de la afectividad, del desarrollo adaptativo, de déficit de atención e hiperactividad, con expresiones de estrés, somatizaciones, adicciones…».

Lo que sí que comparten todos ellos es una gran dificultad para adaptarse a la vida social, escolar, familiar o laboral. «La zona cero de la personalidad de un adolescente con TLP es un miedo enorme al abandono -subraya el psiquiatra Carlos Delgado, coordinador de los Programas Intensivos de Salud Mental en la Adolescencia del hospital Gregorio Marañón, de Madrid-. Frente a ese miedo, los jóvenes encadenan relaciones muy intensas e inestables que inician con mucha ilusión, pensando que, con ellas, se acabará su sufrimiento. Al poco, sin embargo, aparece ese temor, que lo contamina todo».

“PARECE QUE MI CUERPO SE APAGA”

Valeria conoce muy bien este infierno. «Me ha pasado algunas veces. Tengo mucho miedo a que mis amigos me abandonen, que pasen de mí. Solo de pensarlo sufro ataques de ansiedad, me cuesta respirar. Me quedo quieta, sin moverme, hasta que parece que mi cuerpo se apaga». Hace un año tocó fondo tras vivir una relación de tres meses, «intensamente», por WhatsApp y teléfono con el hermano de una amiga. «Yo lo veía como una potencial pareja futura y él, igual -rememora-. Pero luego me dijo que le daba miedo, que era muy intensa. Y eso me destrozó. No sé ser de otra manera». Valeria dejó de comer y no conseguía dormir, aunque no se levantara de la cama. «Empecé a asustarme. Me daba miedo morir. No lo intenté, pero pensaba en ello. Por eso decidí pedir ayuda». Venció así su resistencia a la consulta del psiquiatra, por su rechazo a ser medicada. «Mi padre sufre un trastorno depresivo, toma pastillas desde hace años y no quería acabar como él -explica la joven, que ahora toma antidepresivos, pastillas para dormir y, en los momentos de crisis, ansiolíticos-. Ya no estoy en contra de los fármacos. Me han ayudado».

Pero no existen medicinas que alivien los diez tipos identificados de trastornos de la personalidad, clasificados dentro de tres grupos: el de las personas excéntricas, suspicaces, que a veces distorsionan la realidad; el de las muy inestables emocionalmente; y el de las muy temerosas, con grandes inhibiciones. Sí que hay fármacos que se suelen prescribir como factor de estabilización cuando el TLP, que se diagnostica a partir de los 14 años, se solapa con otros trastornos psiquiátricos, como depresiones o ansiedad.

En las consultas, el borderline -encuadrado en el segundo grupo, marcado por la inestabilidad emocional- es el trastorno de personalidad con más patologías asociadas y el más común entre los adolescentes. Los jóvenes buscan ayuda para sobrellevar el enorme sufrimiento que conlleva, con frecuentes casos de autolesiones y un alto riesgo de suicidio. De hecho, el 70 por ciento de estos pacientes, según estudios, intentará quitarse la vida al menos una vez entre la adolescencia y la mediana edad, con mayor riesgo entre los 20 y los 30 años. La mitad lo repetirá; y entre el 8 y el 10 por ciento lo consumará.

La zona cero de la personalidad de estos adolescentes es un miedo enorme al abandono. Un temor que lo contamina todo

Desde luego es la consecuencia más grave, pero no la única. Muchos de estos pacientes borderline acaban en la cárcel. Son personas que han desarrollado, además, características del trastorno antisocial de la personalidad, incluido en el mismo grupo, pero que, a diferencia de los afectados por el TLP, no sienten vergüenza ni culpa. «Son caras del mismo trastorno -explica el psiquiatra Carlos Delgado-. Y es una expresión conductual más común entre varones». Hablamos de sujetos extremadamente agresivos; personas que muestran frialdad, vulneran los derechos de los demás, incumplen las reglas sociales, engañan, mienten, son impulsivos, agresivos, irresponsables, amantes del riesgo y carentes de remordimiento.

Estos pacientes con rasgos antisociales son más difíciles de tratar. Aun así, Delgado -amparado por su experiencia en salud mental en la adolescencia- no pierde el optimismo. «Los profesionales que empezaron a estudiar el TLP en los años sesenta y setenta decían que una persona con mucha inestabilidad es como el mar en pleno temporal, con olas muy altas -ilustra Delgado-. Y resulta mucho más difícil aprender a nadar con semejante oleaje, pero se puede aprender. La terapia te enseña a no hundirte en estas aguas turbulentas».

SIN FAMILIA, DIFÍCIL

Antes de explicar el tratamiento, dividido en dos etapas, el experto en salud mental en la adolescencia subraya la importancia de una fuerte implicación de los familiares. En general, previamente a iniciar la terapia, el profesional, la familia y el paciente establecen los criterios que van a determinar hasta qué punto el psicólogo o psiquiatra priorizará la intimidad del adolescente sobre la necesidad de los padres de saber qué es lo que pasa para manejar mejor la situación en casa. «Es un asunto complejo. Hay dos derechos que se enfrentan: el del paciente a su espacio íntimo y el de los padres, que desean y necesitan datos. Hay que estudiar cada caso porque las situaciones son muy diferentes tanto en lo que respecta a los pacientes como a las familias».

La primera parte del proceso, explica Delgado -«entre 1 y 2 años si la terapia es la adecuada»-, se dirige al reconocimiento de las emociones y al aprendizaje de cómo manejarlas. La terapia dialéctico-conductual suele ser la que mejores resultados da. Suele hacerse en grupo, con otros adolescentes. Aunque las sesiones individuales también son necesarias para tratar las crisis caracterizadas por mucha impulsividad, autolesiones y el riesgo suicida, o por una fuerte agresividad y ruptura de objetos.

Superada la primera fase, el paciente se sumerge en la siguiente parte del tratamiento, mediante la terapia basada en la mentalización en adolescentes (TBM-A), con la que se trabaja la capacidad de interpretar el propio comportamiento y el de los demás. «La psicoterapia constante es lo más indicado. Con ella se van modulando los rasgos de personalidad, que es una manera de estar en el mundo -explica Marta Casanovas, psiquiatra del Centro de Salud Mental Infanto-Juvenil Sarrià-Sant Gervasi, en Barcelona-. Hace falta mucho trabajo, pero el paciente puede mejorar mucho. Aunque persistan algunos síntomas, conseguimos que esté bien adaptado y tenga un funcionamiento más normalizado».

La terapia les enseña a no hundirse en esas aguas turbulentas. El paciente puede mejorar mucho, aunque persistan algunos síntomas

Mejorar mucho es posible y no escasean los casos en que así sucede. Casanovas menciona, como ejemplo, el de una chica de 16 años que, tras el tratamiento individual y grupal, dio pasos muy significativos. «Me decía que había aprendido alternativas más sanas para aliviar la ansiedad y el malestar emocional y que, gracias a estas estrategias, había dejado de autolesionarse y poseía un mayor control de las fluctuaciones de ánimo. Se comprendía mejor a sí misma». Es decir, el trastorno límite se puede sobrellevar con mucho empeño y el idóneo acompañamiento profesional.

En España, sin embargo, no es fácil encontrar esto último porque nuestro país es uno de los tres europeos, junto con Bulgaria y Albania, que no cuenta con un programa formativo específico en psiquiatría infantil. Casanovas, sin ir más lejos, se tuvo que ir a Londres -al Imperial College-St. Mary’s Hospital- para formarse en psiquiatría del niño y del adolescente. Lo consiguió gracias a una de las becas con las que la Fundación Alicia Koplowitz busca cubrir esta carencia que los jóvenes afrontan en los servicios de salud mental españoles.

PROFESIONALES MAL PREPARADOS

Muchos profesionales de la salud mental españoles, de hecho, ven la personalidad borderline donde no la hay por falta de preparación. «El TLP está sobrediagnosticado -afirma Fernando Sánchez, desde la asociación AMAI TLP-. Cuando hay intentos de suicidio y autolesiones, se adopta muchas veces la nomenclatura de TLP por ser uno de los rasgos característicos, pero no tiene por qué serlo».

Por su parte, los padres, normalmente sin conocimientos sobre enfermedades mentales, suelen acudir desorientados a las consultas de los expertos. «Llegan hablando de problemas de conducta de sus hijos, cosas que en la preadolescencia les parecían típicas de esa fase, incrementados ahora de tal forma que no saben qué hacer -cuenta la psicoterapeuta Verónica Orellana, directora del Coaching Club, donde realiza terapias grupales e individuales con jóvenes y padres-. No hablamos de berrinches ocasionales de adolescente, como romper un cristal de un portazo. Se trata de algo patológico, extendido en el tiempo, donde la dificultad de controlar los impulsos, la frustración y la ira interfieren en la calidad de vida de la persona, en sus estudios y en sus relaciones con los demás».

«Estos jóvenes se dan cuenta de que son desdichados y tienen mucha inestabilidad, pero llamarlo ‘problema’, ‘enfermedad’, ‘trastorno’ les hace sentirse profundamente infelices y distintos -explica el psiquiatra Carlos Delgado-. Que los etiqueten les resulta un agravio, algo que será un obstáculo durante mucho tiempo. Por lo tanto, solo tiene sentido diagnosticar si se manejan tratamientos adecuados y útiles para ayudarlos y rebajar el riesgo de suicidio. No hay que diagnosticar para etiquetar y excluir».

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Los amigos ‘oficiales’ de los gatos

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Cientos de voluntarios alimentan a los gatos callejeros con licencia municipal. Algunos lo hacen a escondidas para evitar a los que buscan eliminar a las colonias gatunas. Por F. Uribarri / Fotos: Carlos Luján

• Así es la vida de los gatos callejeros

Suelen salir de noche. Llevan bolsas de pienso, platos y a veces jaulas. Son gestores de colonias de gatos, que no es lo mismo que alimentadores de gatos callejeros. Su labor está tutelada por el Ayuntamiento. Incluso tienen un carné que acredita su cometido. En Madrid hay más de 1000 colonias gatunas censadas y casi 800 personas se encargan de ellas. Alimentan a los felinos con pienso y alimentos secos para que no se pudran y propicien la aparición de malos olores e insectos. También los atrapan (de ahí las jaulas) para llevarlos al veterinario, donde los atenderán si están enfermos y los esterilizarán.

También atrapan y llevan al veterinario a los gatos para que sean esterilizados. Luego, los devuelven a la calle

Practican el método CES: captura, esterilización y suelta del animal en el lugar donde lo atraparon. Así se hace un control sanitario de los animales y con la castración se contribuye también a disminuir los malos olores -la orina de macho castrado es menos olorosa-, las peleas -que se acentúan con las gatas en celo- y la multiplicación gatuna. La gestión de colonias felinas se realiza en ciudades de España, Europa y América. Pero no han terminado con el recelo de muchos vecinos. Por eso, Álvaro, Cristina y Toñi -los gestores que ilustran estas páginas- prefieren no desvelar la ubicación de las colonias que atienden: temen que los que se oponen a este proyecto envenenen a los gatos.

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Trastorno límite de la personalidad: el testimonio de unos padres

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El trastorno límite de la personalidad en los jóvenes. Un drama para ellos mismos y para sus familias que conviven con la agresividad extrema de los adolescentes y el temor al suicidio. Por P.G.

Trastorno límite de la personalidad: cuando el adolescente cruza la línea

“Nuestra hija se empeña en que solo veamos su faceta más oscura”

“Suelo decir que mi marido y yo somos padres sufridores, pero inasequibles al desaliento”. La frase pertenece a una madre de cinco hijos que prefiere mantener el anonimato y resume los últimos 17 años de su vida. Desde el día en que recibió la primera llamada del colegio para advertir sobre la agresividad y las dificultades de su hija mayor para relacionarse con los demás. La niña tenía entonces 4 años. «Entramos en el maravilloso mundo de las múltiples terapias -rememora la madre-. Dimos vueltas por distintos psicólogos y neuropediatras…».

La pequeña, mientras tanto, no mejoraba. Repitió dos veces curso y en sus fiestas de cumpleaños no aparecía nadie. No tenía amigos. «Hacíamos todo lo que podíamos, pero su situación se ha ido agravando». Hasta hoy, en que su madre describe un infierno de mentiras, robos, alcohol, agresiones, autolesiones, relación con desconocidos con los que queda por Internet. «No tiene sentimiento de culpa y considera que nosotros somos los culpables. No admite ningún tipo de crítica; se inventa historias increíbles para ser aceptada, lo que genera más rechazo todavía». Hace 3 años, cuando tenía 18, le diagnosticaron trastorno límite de la personalidad. «Lo que nos dicen actualmente es que, como trastorno asociado, tiene un TDAH con un componente de hiperactividad brutal. Es como echarle gasolina al fuego del trastorno límite de la personalidad. Un cóctel explosivo», explica la madre, que ha presentado cuatro denuncias contra su hija a la Policía. «Es difícil olvidarse de que sufre un trastorno mental, pero es que su conducta nos hace sufrir a todos. La relación familiar se deteriora mucho».

Con el nuevo diagnóstico -con otro tratamiento incluido-, sin embargo, no ha variado mucho la situación. «Creo que está harta. Lleva 17 años contando su vida a profesionales y no ve resultados. Ahora mismo está fatal. Conseguí que fuera a urgencias psiquiátricas, pero no había camas y no la pudieron ingresar -relata la madre-. Al menos fue un gran paso que reconociera que necesita otro tipo de ayuda. Tiene una depresión tremenda; esperamos poder ingresarla durante una temporada para que le hagan un tratamiento intensivo. Es una niña con muchas capacidades, pero parece empeñada en que solo veamos su faceta más oscura».

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Roberto Polo: “Tengo demasiada testosterona”

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A este coleccionista de origen cubano lo llaman El Ojo por su habilidad para detectar obras de arte. Ahora vive en Toledo, donde esta semana abre el museo que lleva su nombre, con 350 obras de su colección. «He reconstruido mi vida», dice. En esta entrevista nos habla de sus pasiones, de su vida de lujo y de sus cuatro años en la cárcel. Por María de la Peña / Fotos: Daniel Méndez

Roberto Polo (La Habana, 1951) no duerme desde hace días -«ni con pastillas»- porque afronta la inauguración de su colección en Toledo con la misma exigencia con que la actriz Marlene Dietrich, a la que conoció de niño, barría el escenario antes de actuar. «Me dijo que era muy perfeccionista y que no soportaba ver el polvo cuando le enfocaban las luces», relata el coleccionista.

Ahora, Polo trabaja como un operario más en el que fuera convento de Santa Fe de Toledo para alojar, a partir del 27 de marzo, unas 350 obras de arte de las 7000 que atesora este ciudadano estadounidense de raíces gallegas. Aunque ha cedido durante 15 años prorrogables esta pequeña parte de su colección, la llegada de las piezas no ha estado exenta de polémica. Algunos expertos cuestionan la calidad del conjunto, mientras que otros apuntan a que quiere revalorizarlo a través de la cesión.

 «Es un evento histórico. Es el único museo que conozco en el mundo que ha creado un Gobierno con el nombre de un coleccionista. Mi nombre está en juego», dice.

Mucho más que un coleccionista, Roberto Polo fue bautizado en 2004 por el periódico francés Le Figaro con el apodo de El Ojo por su habilidad a la hora de identificar obras de arte. Él, sin embargo, prefiere definirse a sí mismo como un descubridor de tesoros. Presume de tener su nombre tallado en piedra tanto en el Museo del Louvre como en el Metropolitan Museum de Nueva York, además de «un currículum filantrópico de donaciones de 35 páginas». Un trabajo, el del arte, que cultivó en paralelo a un estilo de vida ostentoso que llevó junto con su bella exesposa Rosa Suro, sobrina del antiguo presidente de República Dominicana Antonio Guzmán, y que frenó de golpe al pasar cuatro años en la cárcel por malversación de fondos. Reconstruido como un ave fénix, Polo quiere hacer historia en Toledo.

XLSemanal. ¿Qué hace un cosmopolita como usted en Toledo? ¿Cómo ha sido su aterrizaje?

Roberto Polo. Vine en tren desde Bruselas porque he estado 20 años sin volar por claustrofobia. Pero he pasado mi vida en un avión. Volaba en Concorde de París a Nueva York para trabajar y, por la noche, volvía a mi oficina de Ginebra y después a Milán… Así, cada semana. Pero en Toledo no paro y paso gran parte de la semana en Madrid.

roberto polo arte 4

Polo ha cedido durante 15 años una pequeña parte de su colección a la ciudad de Toledo. Sus 350 obras ocuparán 12 salas del convento de Santa Fe, distribuidas en 8000 metros cuadrados, que aún conservan restos de su pasado medieval.

XL. ¿Dónde vive en Toledo?

R.P. La única contrapartida de la cesión de la colección ha sido la casa donde vivo, que me ha proporcionado la Junta de Castilla-La Mancha. Una casa burguesa que no me gusta y con techos bajos que no me permiten colgar mis cuadros.

XL. Menudo cambio. Al menos ha venido acompañado por su padre, su marido y su perro.

R.P. Hay algo muy lindo en sentirse anónimo. París fue mi casa durante 37 años, pero me cansé de que todo el mundo me conociese.

XL. Una vida dedicada al coleccionismo. Y con éxito: dicen que es multimillonario y que su colección está valorada en unos 350 millones de euros.

R.P. No es verdad. En arte sí, pero no en cuentas bancarias ni en propiedades inmobiliarias, que no tengo ni una sola.

“Las ferias son como centros comerciales. No soporto ese circo. No tienen nada que ver con el arte, solo con la plata”

XL. La cesión de su colección ha despertado disparidad de opiniones. Algunos están encantados y otros piensan que le ha metido un gol a la Junta de Castilla-La Mancha porque la colección no tiene suficiente calidad.

R.P. Me río cuando alguien dice que hice la cesión para revalorizar mi colección. Yo les contesto: «Pregúntese quién está revalorizando a quién». Podría sacar mucho más subastándola en lugar de dejarla bloqueada durante 15 años.

XL. ¿Se imaginaba hace unos años que usted y su colección iban a acabar en Toledo?

R.P. ¡Nunca! Tuve otras ofertas, como Málaga y algunas ciudades de los Estados Unidos, pero lo que me hizo decidirme por Toledo es que es como Venecia: tiene un pasado artístico e histórico increíble. Pero muy diferente. Venecia creó la Bienal de Arte Contemporáneo, invitando a la modernidad; en cambio, Toledo siempre la ha rechazado. Y lo nuevo solo puede ocurrir donde es rechazado. Es un evento histórico.

max ernest roberto polo

Una de las obras de su colección, Max Ernst, Sade-Sit, 1923

XL. La coleccionista venezolana Ella Fontanals-Cisneros lleva años intentando donar su colección al Estado español, sin éxito. ¿Qué cree que ha convencido a la Junta en el caso de su colección?

R.P. Es que Ella compra arte que está de moda. Yo compro arte que ha cambiado la historia.

XL. Su colección es un reflejo de sus gustos. Hay Delacroix, Degas, Kandisky o Max Ernst; pero el resto, en España, son perfectos desconocidos.

R.P. Yo tengo fama de ver lo que otros no ven. Además de The Eye (El ojo), me pusieron el apodo de Trendsetter (Creador de Tendencias). Siempre he comprado lo que otros han adquirido después. No me interesan nada las modas porque pasan rápido.

andy warhol y roberto polo con su madre

Roberto Polo con su madre, María Teresa Castro, y Andy Warhol en Nueva York en 1974

XL. ¿Es un comprador a contracorriente?

R.P. No, esta no es una colección de un nuevo rico que compra Jeff Koons o Damien Hirst. No me interesan. Me interesa lo que ha cambiado la historia del arte, no los productos del arte. Es una colección de un historiador, de un connaisseur y un identificador.

XL. Presume de haber hecho famosos a artistas desconocidos. ¿Cuáles?

R.P. Uno reciente, el gran fotógrafo estadounidense Robert Mapplethorpe. Del pasado, Édouard Lièvre, el gran diseñador francés del siglo XIX. Iba al mercado de las Pulgas, en París, y podía comprar un mueble suyo por mil dólares. Pero acabé perdiendo el interés y lo que me quedaba lo vendí a otros marchantes. Cada mueble llegó a valer tres o cuatro millones de euros…

XL. ¿Qué hacía con ese dinero?

R.P. Gastarlo otra vez en arte. No soy un acumulador de dinero.

XL. ¿Ha comprado y vendido mucho?

R.P. Mucho. Cada adquisición tiene que ser una lección; de lo contrario, no me interesa. Soy un eterno estudiante.

XL. ¿Dónde realiza esas adquisiciones?

R.P. Voy a los talleres de los artistas o a través de coleccionistas.

roberto polo y grace jones

Roberto Polo con Grace Jones

XL. ¿No va a las ferias? ¿Ha ido a Arco?

R.P. Las ferias son centros comerciales. No soporto ese circo. No tiene nada que ver con el arte; sino con la plata [dinero]. La mayor parte del público confunde precio y valor. Si buscas en Internet, el precio más elevado pagado por un Goya verás que son siete u ocho millones de euros, mientras que un Damien Hirst ya se ha vendido por cuarenta millones.

XL. Quizá es que el arte antiguo no está de moda.

R.P. Pero el Louvre y el Prado están repletos de gente. Lo importante ahora es la pintura histórica, no necesariamente los maestros antiguos; pueden ser las vanguardias históricas o los orígenes del modernismo.

XL. Salvo Miquel Navarro o Rafael Canogar y Juan Garaizabal, que han donado obras, no hay casi españoles en su colección, …

R.P. Tuve obra de artistas españoles. El Retrato de Lola, de la primera época azul de Picasso. Fui yo quien identificó que no era Lola, la hermana de Picasso, sino una prostituta a la que llamaban Lola, la Chata. Tuve mucho Miró, Juan Gris, Tàpies…

“Mi exmujer me ‘limpió’. Me montó un caso judicial para robarme y utilizó a nuestra hija Marina como arma de guerra”

XL. ¿Se aburre enseguida?

R.P. Me aburro fácilmente. No soy así con las personas, pero sí con mi proceso de aprendizaje. Es mi estímulo intelectual, el espíritu de búsqueda.

XL. Usted ha dicho que, por encima de todo, es un enamorado de los objetos. El reloj que lleva, por ejemplo, parece una joya.

R.P. Lo es. Pueden pensar que lo llevo por vanidad, pero no es así. Me enamoro de su inteligencia. Es un Cartier único de 1986. En su momento pagué ¡240.000 dólares! Además, llevarlo me cuesta más de dos mil al año por el mantenimiento. No es solo un pedazo de oro. Sigue mis biorritmos. Si estoy acelerado, se adelanta; y, si estoy de vacaciones, se atrasa.

XL. Supongo que ahora está acelerado…

R.P. Es el momento más importante de mi vida. Hoy en día, la gente se ha acostumbrado a ir a un museo a mirar las firmas, para saber cuánto dinero valen las obras. Han perdido de vista que cuando el MOMA de Nueva York abrió en 1929 ninguno de sus artistas, incluido Picasso, eran famosos.

 

kandinski roberto polo

Wassily Kandinsky, ‘Una calle de Murnau’, 1908

XL. ¿Muchos de los artistas de su colección serán futuros Picassos?

R.P. Artistas como Oskar Schlemmer o Laszlo Moholy-Nagy intelectualmente son mucho más serios que Picasso, quien, siendo franco, a veces es una tomadura de pelo. Picasso fue un gran artista, pero también un gran hombre de negocios.

XL. Usted también. Se hizo rico joven y, según las crónicas, no escatimaba en fiestas.

R.P. Nadie me ha regalado nada. Y siempre he tenido muchos problemas porque no respetaba las reglas sociales. No soporto a la burguesía.

XL. Sin embargo, se empachó de frecuentarla en Nueva York y París. Lo retrataban como un arribista social.

R.P. Vengo de una familia adinerada que lo perdió todo. En Toledo me he apuntado a un gimnasio de clase pobre, pero voy porque la gente va a entrenar, no a figurar. Cuesta 19 euros al mes. Prefiero frecuentar a un camionero o a una persona del servicio doméstico que a una falsa e hipócrita.

XL. Su vida ha dado muchas vueltas…

R.P. Más bien le he dado muchas vueltas a mi vida. Tengo dificultad para frenar. En mi último chequeo salió que mi testosterona estaba muy por encima de lo normal. Ese ha sido siempre mi problema: demasiada testosterona. Voy siempre hasta donde no se puede ir más lejos.

XL. Tan lejos que llegó a estar en prisión a finales de los años ochenta.

R.P. Mi vida ha sido muy dura y todos los días alguien me recuerda que estuve en la cárcel. Fueron cuatro años menos diez días. Primero, en Italia, en Lucca y Pisa; y, después, en Ginebra y Miami. Siempre en prisión preventiva y ni un día condenado. Me liberaron el último día del juicio.

“Intenté suicidarme en la cárcel bebiendo lejía. Eso me ha dado muchos problemas. Me quemé el estómago”

XL. ¿Qué secuelas le ha dejado?

R.P. Intenté suicidarme en la cárcel de Pisa bebiendo un botellón de lejía, y eso me ha dado muchos problemas de digestión porque quemé mi estómago y me operaron de úlceras muy graves. Vivo con antiácidos…

XL. Al salir de la cárcel, volvió a comprar arte y a asesorar a compradores y museos. Es un ave fénix.

R.P. Esa es la verdad. Después del caso judicial he invertido todas mis energías en reconstruir mi vida. No he perdido el tiempo con los que me metieron en la cárcel o me robaron.

roberto polo arte 3

A los 21 años se casó con Rosa Suro, sobrina de un expresidente dominicano. Fueron una pareja admirada en los setenta y ochenta. Él le regaló un diamante de 41 quilates que le compró a María Félix por un millón de dólares

XL. Incluida su exmujer, ¿no?

R.P. Rosa me ‘limpió’. Un horror. Me montó un caso judicial para robarme y utilizó a nuestra hija Marina como arma de guerra. Lo que hizo terminar nuestro matrimonio fue que ella no quería tener más hijos y yo sí.

XL. Sin embargo, lleva 20 años con un hombre…

R.P. El sexo no tiene sexo. Yo me enamoro de una persona, no de un sexo. No soy el único. Alain Delon también. Mi marido, Michel, es una persona sólida, sensible y buena.

XL. ¿Vendrá su hija a la inauguración?

R.P. No tengo ni idea. La última vez que la vi fue en 2009. Es diseñadora de moda y vive en Nueva York. Su madre la envenenó contra mí. Un clásico.

 

le livre, roberto polo

Marthe Donas, ‘El libro de imágenes’. 1918

XL. La última gran subasta de su colección fue en Sotheby’s, en Londres, en 2016. Vendió 176 piezas por dos millones de libras. ¿Le cuesta desprenderse de obras?

R.P. A un verdadero coleccionista nunca le gusta desprenderse de una obra.

XL. Ha dicho que donará su colección a la Junta de Castilla-La Mancha si la cuidan bien.

R.P. Mi idea es donarla. Si la Junta hace un buen trabajo, es aquí donde terminaré mi vida. Es muy importante que no sea un museo manejado por funcionarios; tiene que ser gestionado por gente con vocación. Se necesita formación. Esa es mi misión.

XL. ¿Qué es lo que le da más satisfacción?

R.P. Descubrir una obra de arte. Pero eso despierta mucha envidia porque descubrir significa dinero.

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Arroz seco de verduras y pato

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Una receta de Martín Berasategui para hacer un delicioso plato de arroz seco de verduras y pato. Foto: José Luis López de Zubiría / Ilustraciones: Javirroyo

Tiempo de preparación para la recata de arroz seco de verduras y pato: 90 minutos

Ingredientes

Para el caldo de pato

  • 1 kg de carcasas y cuellos de pato
  • 1 cebolla
  • 1 zanahoria
  • 1 puerro
  • 100 ml de vino blanco
  • 100 ml de vino tinto
  • 4 l de agua

Para el magret de pato

  • 1 magret o pechuga de pato de unos 500 g aproximadamente

Para el arroz

  • 3 chalotas picadas
  • Una rama de tomillo
  • 50 g de ramilletes de coliflor
  • 50 g de ramilletes de brócoli
  • 240 g de arroz de grano redondo
  • 200 ml de tomate sofrito
  • 6 aceitunas negras
  • 100 g de trompetas de la muerte pequeñas, limpias
  • 1 l de caldo de pato
  • Aceite de oliva

PASO A PASO

1. Para el caldo, en el fondo de una olla con aceite se rusten a fuego suave las carcasas y los cuellos de pato en trozos menudos meneando sin cesar. Se elimina el exceso de grasa del fondo, se añade la verdura en trozos pequeños y se le da unas vueltas para que sofría. Se vierte el vino y se deja evaporar. Se cubre con el agua caliente. Se hierve 50 minutos y se cuela. Para potenciar el caldo, se reduce a fuego suave hasta obtener 1,5 litros de líquido.

2. Para el magret de pato, se hacen con un cuchillo, por el lado de la grasa, unas incisiones sin llegar a la carne. Se coloca en una sartén a fuego bajo y por el lado de la grasa, para que esta se derrita.

Entonces se retira con mimo hasta que la piel sea mínima y haga costra. Se aparta la pechuga y se deja reposar cerca de una suave fuente de calor.

3. Acabado: para el arroz, en una paella con aceite se rehogan la chalota picada y la rama de tomillo deshojada, dejando que poche sin que coja color. Se añaden la coliflor y el brócoli, se rehogan unos minutos y se echa el arroz, que se sofríe 1 minuto. Se incorporan el tomate y las olivas deshuesadas y picadas y se le da unas vueltas.

4. Con un cucharón se agrega caldo bien caliente, mojando el arroz justo y esperando a que se evapore para añadir más. Tras el primer cucharón se controla un tiempo de cocción de 16 minutos. A 2 del final y con todo el caldo añadido se agregan las trompetas y se guisan con el arroz hasta el final. Se deja reposar, se montan encima las pechugas asadas y se sirve.

Truco

Es importante que las carcasas de pato estén bien lavadas y sin rastro alguno de grasa o de vísceras del animal. También resulta imprescindible que los cuellos de pato estén a su vez pelados, sin el pellejo graso que los protege.

EL VINO

vino pedro d. soutomayor

 

D. Pedro D. Soutomaior Neve Carbónica 2018. Joven albariño macerado con nieve carbónica para lograr el mayor potencial aromático de la uva. Amplio y largo en boca, es ideal con mariscos, pescados, carnes blancas, arroces y quesos frescos (16 euros). J. L. Recio

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¿Fue Mesalina tan depravada y lujuriosa?

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En uno de sus escritos, Plinio el Viejo contó el reto que lanzó Mesalina al gremio de las prostitutas de Roma para que una de ellas compitiera contra ella en satisfacer a más hombres en un solo día. Las meretrices enviaron a su mejor representante: la siciliana Escila. Por José Segovia

Sexo y poder en la Antigua Roma

El escritor romano aseguró que la prostituta tiró la toalla tras ser poseída por 25 hombres y que Mesalina siguió hasta satisfacer a 200 hombres. Hubo otros poetas y cronistas romanos que narraron la conducta disoluta de Mesalina, quien a los 15 años contrajo matrimonio con el senador Claudio, un hombre 30 años mayor que ella, tartamudo, cojo y enfermizo, y con el que tuvo dos hijos, Claudia Octavia y Tiberio Claudio Germánico, más conocido como Británico.

En el siglo I d. C. se habían relajado tanto las reglas de conducta que los emperadores y sus familiares, sobre todo Calígula, mostraron un comportamiento tan disoluto que nadie se escandalizaba por nada

La vida de Mesalina cambió en el año 41 d. C. cuando Calígula fue asesinado y Claudio fue nombrado emperador. Pasó de ser esposa de un senador a ser la primera dama del imperio. La nueva emperatriz no gozaba del favor de la corte ni de los burócratas de palacio. Y sabía que su hijo Británico tendría que enfrentarse a las insidias de su rival Agripina, cuyo objetivo era acabar con Mesalina, casarse con Claudio y situar a su hijo Nerón en la sucesión al trono.

Además, sus enemigos la llamaron augusta meretrix (‘la sublime ramera’), exagerando su apetito sexual y su ambición y crueldad. Entre ellos destaca el poeta Décimo Junio Juvenal, quien criticó la conducta inmoral de ‘la prostituta imperial’, habitual de lupanares de mala muerte donde tenía reservada una cámara. «Entonces tomaba su puesto, desnuda y con sus pezones dorados, atendiendo al nombre de Lyscisca», contaba el poeta.

Es probable que algunos de los escándalos que le endosaron los cronistas romanos fueran reales. Pero la conducta de Mesalina no se puede juzgar hoy en día sin tener en cuenta cómo era Roma en el siglo I d. C., cuando la vida palaciega estaba marcada por continuas orgías, incestos, intrigas, magnicidios y por las rivalidades en el seno de la dinastía Julio-Claudia, a la que pertenecía la mujer de Claudio.

Mesalina tuvo que competir con la temible Agripina, que pugnaba por casarse con Claudio y coronar a su hijo Nerón

Los dos mayores errores de Mesalina fueron casarse en secreto con Cayo Silio, lo que la convirtió en bígama, y su participación activa en el intento de asesinato de Claudio. Advertido del complot, el emperador arrestó a los traidores y ordenó la ejecución de su esposa, que entonces tenía 23 años.

Borrar su memoria

Tras la ejecución de Mesalina, Claudio decretó retirar sus efigies y ordenó a sus pretorianos que lo matasen si se volvía a casar. Claudio incumplió y poco después se casó con su sobrina Agripina, madre de Nerón.

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Una visita al inconsciente

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Los grandes museos rinden homenaje a esta destacada figura del surrealismo, que fue esposa del artista Max Ernst. Por Suzana Mihalic

El autor: Dorothea Tanning (Illinois, 1910-Nueva York, 2012)

Diseñadora de sueños y delirios

Durante su larga vida (falleció a los 101 años), Dorothea Tanning tocó muchos palos: fue pintora, ilustradora, diseñadora de joyas y de vestuario (trabajó con el mítico coreógrafo Georges Balanchine), escultora, escritora y poeta. Fue una figura del surrealismo ensombrecida por haber estado casada con Max Ernst. Su surrealismo gótico sembrado de fantasía derivó luego hacia el impresionismo. El Museo Reina Sofía le dedicó una gran retrospectiva mundial que ahora se puede ver en la Tate Gallery de Londres.

 Dorothea Tanning, Eine Kleine Nachtmusik 1943. Tate. © DACS, 2019

1. El motivo: un hotel surrealista

Esta obra de la musa norteamericana del surrealismo es una de las más representativas de su primera época. Muestra una escena onírica situada en lo que parece ser la segunda planta de un hotel. El toque surrealista es evidente: las puertas son muy altas. La sensación de amplitud se hace más intensa gracias a la moqueta roja, que cruza la composición en diagonal y sugiere que el pasillo se prolonga por ambos lados.

2. Los símbolos: las puertas a lo desconocido

En su juventud, Dorothea Tanning era muy aficionada a las novelas góticas de terror. Esas lecturas se perciben en este cuadro, que desprende aires sobrenaturales. Una luz misteriosa sale de la última puerta en un hotel sin más huéspedes a la vista. Es inquietante. Las puertas son una constante a lo largo de su obra. Son un símbolo, una metáfora del camino de entrada a lo desconocido e inesperado.

3. Los personajes: ¿niñas o muñecas?

Las dos figuras parecen niñas, pero una mirada más atenta desvela que la pequeña que se apoya sobre la puerta 207 es una muñeca. Su línea capilar frontal muestra una cabeza hueca de la que sale el cabello en una coleta que está insertada artificialmente. Las dos figuras llevan faldas desgarradas, como si hubieran estado en una pelea. Como dijo la artista, en esta obra «todo gira en torno a la confrontación».

4. El color: tenebroso

Predominan los colores muy planos y con tonalidades fuertes: el rojo sangre de la alfombra, el verde hierba de las paredes o el amarillo fuerte de la flor, que coincide -a propósito- con el amarillo de la luz penetrante. La luz se mueve hacia el lado izquierdo del cuadro, mientras que el lado derecho se pierde en la oscuridad de la sombra.

5. El girasol: desproporción y miedo

El girasol, de tamaño desproporcionado, despliega su flor y su tallo sobre el suelo. Los pétalos se esparcen por la escalera. ¿Por qué la muñeca sujeta uno? Dorothea Tanning ha explicado que porque la flor ha participado en la lucha. Y que así transmite dos cosas: que cualquier cosa puede pasar y que nos tendremos que enfrentar a nuestros miedos más terribles.

6. Pose: de combate

La niña con el pelo hacia arriba tiene una pose de lucha, con el puño de la mano derecha cerrado y con las piernas abiertas: está preparada para atacar mientras observa a su enemigo, el girasol. Irónicamente, para esta obra tan siniestra, Dorothea Tanning eligió el título Pequeña serenata nocturna, igual que la muy alegre pieza musical de Mozart.

PARA SABER MÁS

Tate modern. Exposición: Dorothea Tanning. Hasta el 9 de junio de 2019.

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